Foto: Reconstrucción artística Bochinitidos Zapatoca / UniRosario
Los ammonoideos o más conocidos como amonites son tal vez uno de los fósiles más abundantes de Colombia, con su particular forma de espiral, que usualmente se confunden con los caracoles. Sin embargo, los amonites no son caracoles y, por el contrario, hacen parte de un grupo extinto de cefalópodos, de los cuales los más conocidos hoy en día son los pulpos y calamares.
Fósiles de amonites son habituales de encontrar en lugares como Villa de Leyva, Guane, Zapatoca, Villeta e incluso en la Calera cerca de Bogotá. Sin embargo, hay una familia de amonites llamada Bochianitidae, que son más difíciles de encontrar y que a simplemente vista parecieran corresponder a un animal totalmente diferente, pues a diferencia de la mayoría de los grupos de amonites no tienen una forma espiralada, por el contrario, tienen una forma de cono, delgado y alargado.
Recientemente, Edwin Cadena, paleontólogo y profesor del programa en Ciencias del Sistema Tierra de la Universidad del Rosario, en conjunto con colegas de la Universidad de Bremen de Alemania y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales de Panamá, reportaron la primera ocurrencia para el norte de Suramérica de dos especies de amonites bochianitidos (Bochianites neocomiensis y Janenschites oosteri) anteriormente conocidas en otras partes del mundo.
El hallazgo de estos nuevos registros fósiles para Colombia se produjo en el municipio de Zapatoca, Santander, conocido anteriormente por la ocurrencia de tortugas y pterosaurios. Según Cadena, “este hallazgo ayuda a reconstruir las migraciones de amonites y conectividad entre mares que se desarrollaron en el planeta durante inicios del periodo Cretácico, hace aproximadamente 135 millones de años, particularmente entre lo que hoy es Europa y la parte sur de nuestro continente americano. A su vez abre la oportunidad para explorar aspectos del paleoclima de ese entonces”.
Fotos: fósiles Bochianitidos Zapatoca / UniRosario
Para poder estudiar e identificar claramente estos fósiles, los paleontólogos aplicaron una fina capa de cloruro de amonio que los torna blancos y que permite ver detalles que a simple vista no se verían, como es el caso de relieves y surcos, una técnica que tiene la ventaja de no dañar la integridad y estado de conservación de los mismos. Esta investigación fue recientemente publicada en la revista Cretaceous Research.
Fuente: prensa Universidad del Rosario de Colombia